miércoles, 13 de julio de 2016

HISTORIA DE LA CONTABILIDAD

HISTORIA DE LA CONTABILIDAD

Para conocer la historia de la Contabilidad es necesario comenzar por hacer un regreso al pasado remoto, desandar miles de años hasta llegar a la fuente de donde emanó el conjunto de principios básicos referidos a esta materia que continúa siendo de importancia capital para el mundo de los negocios. Veremos la génesis y su extenso devenir, hasta desembocar en nuestros días, respondiendo a preguntas tales cómo, dónde y cuándo acaecieron los hechos más relevantes que caracterizan a la Contabilidad, los cambios que ha tenido para acomodar su desarrollo a la evolución de los tiempos y, no obstante el entorno evolutivo de la Humanidad, mantener en esencia las mismas concepciones metodológicas y utilizar los mismo hechos para transformarlos en información útil destinada a satisfacer los requerimientos de los usuarios de los reportes financieros mediante los cuales se expresan los negocios del siglo XXI. El origen de la Contabilidad, como algunos pudieran creer, no tiene nada de reciente; sus inicios, como veremos, se encuentran en edades anteriores al invento de la escritura, miles de años antes de nuestra Era.



Se sabe más allá de toda duda, porque los hallazgos provienen de serios estudios llevados a cabo por investigadores cuya especialización nada tiene que ver con la Contabilidad. Esta ciencia tiene sus orígenes en el momento en que el hombre toma conciencia de que su memoria no era suficiente para almacenar la información necesaria para enfrentar un mundo nuevo, como es el de los negocios hechos en forma organizada.

El natural proceso de crecimiento de las necesidades de la Humanidad se incrementaba al ritmo del desarrollo, dinámica propulsada justamente por esas mismas necesidades, las cuales, a su vez, potenciaban el mundo de los negocios en un constante proceso de mutua retroalimentación que aún hoy en día vemos con creciente fuerza. La técnica de la Contabilidad es tan antigua como la necesidad de disponer de información para cuantificar los beneficios obtenidos de la realización de las actividades comerciales.

En la antigüedad existieron pueblos que se distinguieron por ser grandes mercaderes, como los fenicios en Asia y los venecianos en Europa. Estos pueblos, presionados por las necesidades de mantener fuentes de información confiable y compartida entre deudores y acreedores, no tuvieron otra alternativa que desarrollar formas primitivas de contabilización de sus operaciones. Se han encontrado vestigios de ese tipo de registros correspondientes a épocas tan lejanas como 3.000 años antes de nuestra Era. Con esto ratificamos lo ya señalado con antelación y que pone de relieve el nacimiento casi forzado de un instrumento que viniera a satisfacer la necesidad de generar un mecanismo que articulara los intereses de las partes participantes en el intercambio comercial, confiriendo seguridad a uno y a otro. La solución toma la forma de registros que permitieron dejar constancia física de estos hechos para así llevar un control de las operaciones. Emergen, de este modo los instrumentos de los que daremos más extensa cuenta para apreciar los detalles de cómo los “contadores” que existieron en los primeros albores de la Contabilidad idearon instrumentos y medios rudimentarios, pero aun así, dotados de una eficacia que pasma por la tremenda mezcla de simpleza y lógica con que sirvió sus propósitos.



Avanzando en esta primera ojeada global al recuento de la extensa historia de la Contabilidad, se puede señalar que durante el siglo XV ocurrieron hechos muy relevantes que terminaron por afectar fuertemente a la incipiente técnica contable y por ende, a parte importante de su historia, dando lugar a una aceptación ampliamente compartida a que en este período se gestaron las bases de lo que se conoce hoy como Contabilidad. La relevancia de este siglo radica en que, pese a la reconocida antigüedad de la técnica contable, fue necesaria la obra de un sacerdote franciscano, Luca Pacioli, quien elaboró un texto compendiado de la Contabilidad a la genovesa para que se le atribuyera la “paternidad” de la Contabilidad. Bien sabemos, sin embargo que, en estricto rigor, lo que Pacioli hizo fue sistematizar y formalizar un esquema de apariencia bastante rudimentaria, cuyo propósito inicial fue sólo registrar las escasas operaciones mercantiles que realizaba la congregación de la cual él formaba parte. A ese primitivo sistema de registro o contabilización de mercaderías se le consideró, con el paso del tiempo, como la base de la técnica contable. 

Muchos siglos después, el año 1933 ocurrió la denominada “gran depresión de los años treinta”, fenómeno económico que afectó con especial fuerza a un país denominado los Estados Unidos de América, ubicado en un extremo de las tierras del continente al que arribó Cristóbal Colón –coetáneo y posiblemente amigo de Pacioli– cuando este último ya había escrito sus primeros trabajos contables. En la época en que Colón y su gente tocó tierra americana, este territorio era desconocido para Europa y, debido a un serio error de apreciación geográfica de su “descubridor” se le denominó inicialmente como “Las Indias”. La referida cita tiene como propósito, tanto recordar el pretérito nombre de nuestro Continente, cuanto recoger la duda que aún hoy en día asiste a sus habitantes, en cuanto a quién descubrió a quién, no para sentar bases históricas, por ser territorio que no nos corresponde, sino para recordar que, puestos en la balanza el grado de desarrollo de la civilización en uno y otro continente al momento del contacto entre sus habitantes, no ha sido posible arribar a una definición categórica de cuál llevaba la ventaja.



 La depresión de los años 30 trajo consigo graves consecuencias para todo tipo de entidades estadounidenses, ocasionando problemas, quiebras y serias dificultades económicas desde las grandes a las pequeñas empresas, con su dramática consecuencia de los despidos masivos, el desempleo generalizado y terribles penurias debido a la extensa hambruna que afectó a la población. De esta penosa etapa se puede señalar que la crisis colectiva que se desató, originada en los Estados Unidos de América, expandió sus negativas y graves repercusiones a nivel mundial. De forma paradójica la Contabilidad como disciplina no resultó afectada, sino al revés, la obligó a perfeccionarse para situaciones que ojalá no volvieran a ocurrir, pero si así sucediera, la ciencia contable pudiera servir de elemento de prevención y anticipación, a fin de buscar soluciones oportunas. En términos concretos, la Contabilidad se vio enfrentada a la exigencia de estandarizar, reforzar y redefinir su rol como lenguaje de los negocios para, idealmente, aportar alarmas tempranas cuando las condiciones económicas volvieran a amenazar la estabilidad de los mercados locales y mundiales.

Hoy en día la Contabilidad mantiene su condición de “lenguaje de los negocios”. Está inmersa en la forma de hacer negocios, en la toma de decisiones y en los cambios que deben hacer las empresas para lograr su misión y visión. A principios de este siglo se han incorporado conceptos nuevos, tanto en el mundo de la actividad empresarial como en el de las entidades estatales, tales como globalización; competitividad; calidad; productividad; alianzas estratégicas; empresas de clase mundial; libre comercio; valor agregado; reingeniería de procesos administrativos; Normas Internacionales de Contabilidad (NIC); Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), etc., todo lo cual ha incrementado el grado de dificultad en las operaciones de las empresas y por consiguiente, ha introducido importantes cambios en los mercados y ha agregado relevancia al rol de la Contabilidad para las operaciones que allí se llevan a cabo.



A diferencia de lo que muchas personas pudieran creer, la Contabilidad no es una ciencia nueva. Una variedad de científicos pertenecientes a las Ciencias Sociales han probado que ésta tiene sus incipientes esbozos en épocas tan remotas como lo fueron aquellas en las se efectuaron las primeras transacciones comerciales, en civilizaciones antiguas como lo fueron la Mesopotámica, la Griega, la Romana y la Egipcia, entre las que la Ciencia ha identificado con precisión. Estas civilizaciones hallaron la manera de registrar sus transacciones comerciales o de inventariar sus bienes a través de escritos en murallas o en simples papiros, ya que la memoria de comerciantes y gobernantes se vio sobrepasada ante el aumento y complejidad que habían alcanzado las funciones gubernamentales y las operaciones comerciales. Uno de los más claros ejemplos de la fuerza de los negocios que propulsó el desarrollo de la Contabilidad se encuentra en el gran Imperio Romano, donde los ciudadanos de mayor rango social se vieron obligados a llevar un registro de sus posesiones, las cuales cada año crecían en demasía. Estos registros eran realizados principalmente por escribas, los cuales, por la señalada razón se constituyeron en relevantes personajes de la época. Ya en la Edad Media, en Italia y en los Países Bajos, se produce un acelerado crecimiento de la actividad comercial. El mayor desarrollo, amplitud territorial y complejidad de las operaciones comerciales, trae como consecuencia la aparición de nuevos métodos de registros contables. Cabe destacar que Italia es el país en donde habría de surgir lo que podemos denominar Nueva Contabilidad.



Además, ya para esta época y aunque en ninguna de estas dos alejadas partes del mundo se tuviera siquiera conocimiento de la existencia de la otra, las primeras civilizaciones establecidas desde tiempo inmemoriales en tierras americanas, también desarrollaban ciertos tipos de registros contables con el consabido propósito de reflejar adecuadamente sus operaciones comerciales. Entre estas civilizaciones americanas destacan y sorprende la desarrollada por los Incas, a quienes se atribuye (dudas residuales de por medio) la creación del complejo instrumento para el manejo contable conocido como quipu,
mediante el cual se podía registrar una variedad de tipos de información, sobresaliendo entre ellas transacciones comerciales y las relativas a la información demográfica y militar. También por aquella misma época, en Europa aparecen los principales autores de obras dedicadas a la actividad contable y de las cuales existe constancia escrita total o parcial. Gracias a la escritura –creación cuya paternidad se asigna a la Contabilidad– aparecen textos dedicados a la actividad contable, de autores cuyos nombres han permanecido hasta nuestros días como Fray Luca Pacioli, Benedetto Contrugli, Heinrich Schreiber, Gaspar De Texeda, entre muchos otros. Sin lugar a dudas es Luca Pacioli quien ha sobresalido de entre ellos, hasta el extremo de continuar siendo reconocido como el Padre de la Contabilidad , pese a que en realidad su gran y mayor mérito fue sistematizar el conocimiento contable existente desde siglos, no su creación. Todos los señalados autores de textos dedicados a la Contabilidad mejoraron las técnicas existentes o plasmaron nuevas formas de registros y teneduría de libros, haciendo una inapreciable contribución al desarrollo de la Contabilidad como ciencia y como instrumento práctico para el avance de los negocios. Es así, en sus respectivas épocas y lugares, que se reconoce y difunde la enunciación y uso del principio contable denominado como “partida doble ”, el cual hasta nuestros días sigue siendo la base de los registros en las organizaciones que utilizan la contabilidad.


El impulso combinado del crecimiento empresarial y el resultado de las investigaciones de los estudiosos de la Contabilidad derivaron en la aparición y difusión de diferentes doctrinas y escuelas dedicadas a la enseñanza de la práctica contable, como por ejemplo, la escuela italiana, la escuela francesa, y la doctrina alemana. La Edad Contemporánea puede caracterizarse, en cuanto a la Contabilidad se refiere, como una era de avance constante de la ciencia y la práctica contable, ya que éstas adquieren cada vez mayor importancia en el creciente, extenso y complejo mundo de los negocios, el que desemboca y condensa ahora en un contexto globalizado y prácticamente único.

La globalización, en una de sus tradicionalmente menos difundidas facetas, aparte de las connotaciones negativas que ha aportado en el terreno de la cuestión social, ha traído también consecuencias negativas en lo que es la profesión de contador, por la obvia razón que la globalización difunde por igual los beneficios que ella ha aportado a la Humanidad, como los serios daños inherentes a un pensamiento neo– liberal que sólo reconoce el lucro como fin de la actividad empresarial. 

Uno de estos fenómenos negativos, esparcidos planetariamente por la globalización y que ensombreció a los contadores de todo el mundo, fue el gran escándalo gerencial y contable conocido como “ el caso Enron ”, cuyos ribetes son más que conocidos por casi toda persona, ya sea que esté o no conectada con los negocios o la profesión contable, dada la magnitud del fraude que implicó, sus repercusiones mundiales y el tipo de empresa que lo cometió Sin embargo, y por la misma razón que la globalización ha sido el elemento impulsor de muchos males, sus falencias han sido también impulsoras de nuevos mecanismos de defensa, como es, justamente, el nacimiento de renovadas normas contables para la uniformidad de la información financiera en los diferentes países, las cuales traerán grandes cambios en el control de las actividades empresarial, vía las prácticas contables. Las deficiencias de la contabilidad que posibilitaron la existencia del caso Enron y otros grandes fraudes y delitos, fueron el motor que propulsó la decisión de recomendar el uso, a nivel mundial, de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF– IFRS).



Las exigencias del entorno, ya no sólo de los negocios, sino las provenientes de otras disciplinas que demandan de la Contabilidad algunos de sus productos, están siendo traducidas en nuevos planes y programas de estudios de las diversas entidades de formación especializada. El énfasis de formación incorpora como requisitos obvios la fortaleza en los diversos campos que son propios de la Contabilidad, enfatiza la solidez ética que debe caracterizar al profesional y, en el nivel universitario, exige a los educandos adquirir serias competencias en investigación, de modo que el profesional, siempre en el marco de la normativa contable existente, pueda encontrar soluciones nuevas ante situaciones inéditas. Bajo este escenario, es dable esperar que la Contabilidad tenga aún una proyección futura tan amplia como la que muestra su pasado.

Historia de la contabilidad por Ramos Arriagada, Ramón, Becerra Espinoza, Patricio.


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