Para conocer la historia de la
Contabilidad es necesario comenzar por hacer un regreso al pasado remoto,
desandar miles de años hasta llegar a la fuente de donde emanó el conjunto de
principios básicos referidos a esta materia que continúa siendo de importancia
capital para el mundo de los negocios. Veremos
la génesis y su extenso devenir, hasta desembocar en nuestros días,
respondiendo a preguntas tales cómo, dónde y cuándo acaecieron los hechos más
relevantes que caracterizan a la Contabilidad, los cambios que ha tenido para
acomodar su desarrollo a la evolución de los tiempos y, no obstante el entorno
evolutivo de la Humanidad, mantener en esencia las mismas concepciones
metodológicas y utilizar los mismo hechos para transformarlos en información
útil destinada a satisfacer los requerimientos de los usuarios de los reportes
financieros mediante los cuales se expresan los negocios del siglo XXI. El
origen de la Contabilidad, como algunos pudieran creer, no tiene nada de
reciente; sus inicios, como veremos, se encuentran en edades anteriores al
invento de la escritura, miles de años antes de nuestra Era.
Se sabe más allá de toda duda,
porque los hallazgos provienen de serios estudios llevados a cabo por
investigadores cuya especialización nada tiene que ver con la Contabilidad.
Esta ciencia tiene sus orígenes en el momento en que el hombre toma conciencia
de que su memoria no era suficiente para almacenar la información necesaria
para enfrentar un mundo nuevo, como es el de los negocios hechos en forma
organizada.
El natural proceso de crecimiento
de las necesidades de la Humanidad se incrementaba al ritmo del desarrollo,
dinámica propulsada justamente por esas mismas necesidades, las cuales, a su
vez, potenciaban el mundo de los negocios en un constante proceso de mutua
retroalimentación que aún hoy en día vemos con creciente fuerza. La técnica de
la Contabilidad es tan antigua como la necesidad de disponer de información
para cuantificar los beneficios obtenidos de la realización de las actividades
comerciales.
En la antigüedad existieron
pueblos que se distinguieron por ser grandes mercaderes, como los fenicios en
Asia y los venecianos en Europa. Estos pueblos, presionados por las necesidades
de mantener fuentes de información confiable y compartida entre deudores y
acreedores, no tuvieron otra alternativa que desarrollar formas primitivas de
contabilización de sus operaciones. Se han encontrado vestigios de ese tipo de
registros correspondientes a épocas tan lejanas como 3.000 años antes de
nuestra Era. Con esto ratificamos lo ya señalado con antelación y que pone de
relieve el nacimiento casi forzado de un instrumento que viniera a satisfacer
la necesidad de generar un mecanismo que articulara los intereses de las partes
participantes en el intercambio comercial, confiriendo seguridad a uno y a
otro. La solución toma la forma de registros que permitieron dejar constancia
física de estos hechos para así llevar un control de las operaciones. Emergen,
de este modo los instrumentos de los que daremos más extensa cuenta para
apreciar los detalles de cómo los “contadores” que existieron en los primeros
albores de la Contabilidad idearon instrumentos y medios rudimentarios, pero aun
así, dotados de una eficacia que pasma por la tremenda mezcla de simpleza y
lógica con que sirvió sus propósitos.
Avanzando en esta primera ojeada
global al recuento de la extensa historia de la Contabilidad, se puede señalar
que durante el siglo XV ocurrieron hechos muy relevantes que terminaron por
afectar fuertemente a la incipiente técnica contable y por ende, a parte importante
de su historia, dando lugar a una aceptación ampliamente compartida a que en
este período se gestaron las bases de lo que se conoce hoy como Contabilidad.
La relevancia de este siglo radica en que, pese a la reconocida antigüedad de
la técnica contable, fue necesaria la obra de un sacerdote franciscano, Luca
Pacioli, quien elaboró un texto compendiado de la Contabilidad a la genovesa
para que se le atribuyera la “paternidad” de la Contabilidad. Bien sabemos, sin
embargo que, en estricto rigor, lo que Pacioli hizo fue sistematizar y
formalizar un esquema de apariencia bastante rudimentaria, cuyo propósito
inicial fue sólo registrar las escasas operaciones mercantiles que realizaba la
congregación de la cual él formaba parte. A ese primitivo sistema de registro o
contabilización de mercaderías se le consideró, con el paso del tiempo, como la
base de la técnica contable.
Muchos siglos después, el año 1933 ocurrió la
denominada “gran depresión de los años treinta”, fenómeno económico que afectó
con especial fuerza a un país denominado los Estados Unidos de América, ubicado
en un extremo de las tierras del continente al que arribó Cristóbal Colón
–coetáneo y posiblemente amigo de Pacioli– cuando este último ya había escrito
sus primeros trabajos contables. En la época en que Colón y su gente tocó
tierra americana, este territorio era desconocido para Europa y, debido a un
serio error de apreciación geográfica de su “descubridor” se le denominó
inicialmente como “Las Indias”. La referida cita tiene como propósito, tanto
recordar el pretérito nombre de nuestro Continente, cuanto recoger la duda que
aún hoy en día asiste a sus habitantes, en cuanto a quién descubrió a quién, no
para sentar bases históricas, por ser territorio que no nos corresponde, sino
para recordar que, puestos en la balanza el grado de desarrollo de la
civilización en uno y otro continente al momento del contacto entre sus
habitantes, no ha sido posible arribar a una definición categórica de cuál
llevaba la ventaja.
La depresión de los años 30 trajo consigo
graves consecuencias para todo tipo de entidades estadounidenses, ocasionando
problemas, quiebras y serias dificultades económicas desde las grandes a las
pequeñas empresas, con su dramática consecuencia de los despidos masivos, el
desempleo generalizado y terribles penurias debido a la extensa hambruna que
afectó a la población. De esta penosa etapa se puede señalar que la crisis
colectiva que se desató, originada en los Estados Unidos de América, expandió
sus negativas y graves repercusiones a nivel mundial. De forma paradójica la
Contabilidad como disciplina no resultó afectada, sino al revés, la obligó a
perfeccionarse para situaciones que ojalá no volvieran a ocurrir, pero si así
sucediera, la ciencia contable pudiera servir de elemento de prevención y
anticipación, a fin de buscar soluciones oportunas. En términos concretos, la
Contabilidad se vio enfrentada a la exigencia de estandarizar, reforzar y
redefinir su rol como lenguaje de los negocios para, idealmente, aportar
alarmas tempranas cuando las condiciones económicas volvieran a amenazar la
estabilidad de los mercados locales y mundiales.
Hoy en día la Contabilidad
mantiene su condición de “lenguaje de los negocios”. Está inmersa en la forma
de hacer negocios, en la toma de decisiones y en los cambios que deben hacer
las empresas para lograr su misión y visión. A principios de este siglo se han
incorporado conceptos nuevos, tanto en el mundo de la actividad empresarial
como en el de las entidades estatales, tales como globalización;
competitividad; calidad; productividad; alianzas estratégicas; empresas de
clase mundial; libre comercio; valor agregado; reingeniería de procesos
administrativos; Normas Internacionales de Contabilidad (NIC); Normas
Internacionales de Información Financiera (NIIF), etc., todo lo cual ha
incrementado el grado de dificultad en las operaciones de las empresas y por
consiguiente, ha introducido importantes cambios en los mercados y ha agregado
relevancia al rol de la Contabilidad para las operaciones que allí se llevan a
cabo.
A diferencia de lo que muchas
personas pudieran creer, la Contabilidad no es una ciencia nueva. Una variedad
de científicos pertenecientes a las Ciencias Sociales han probado que ésta
tiene sus incipientes esbozos en épocas tan remotas como lo fueron aquellas en
las se efectuaron las primeras transacciones comerciales, en civilizaciones
antiguas como lo fueron la Mesopotámica, la Griega, la Romana y la Egipcia,
entre las que la Ciencia ha identificado con precisión. Estas civilizaciones
hallaron la manera de registrar sus transacciones comerciales o de inventariar
sus bienes a través de escritos en murallas o en simples papiros, ya que la
memoria de comerciantes y gobernantes se vio sobrepasada ante el aumento y
complejidad que habían alcanzado las funciones gubernamentales y las
operaciones comerciales. Uno de los más claros ejemplos de la fuerza de los
negocios que propulsó el desarrollo de la Contabilidad se encuentra en el gran
Imperio Romano, donde los ciudadanos de mayor rango social se vieron obligados
a llevar un registro de sus posesiones, las cuales cada año crecían en demasía.
Estos registros eran realizados principalmente por escribas, los cuales, por la
señalada razón se constituyeron en relevantes personajes de la época. Ya en la
Edad Media, en Italia y en los Países Bajos, se produce un acelerado
crecimiento de la actividad comercial. El mayor desarrollo, amplitud
territorial y complejidad de las operaciones comerciales, trae como
consecuencia la aparición de nuevos métodos de registros contables. Cabe
destacar que Italia es el país en donde habría de surgir lo que podemos
denominar Nueva Contabilidad.
Además, ya para esta época y
aunque en ninguna de estas dos alejadas partes del mundo se tuviera siquiera
conocimiento de la existencia de la otra, las primeras civilizaciones
establecidas desde tiempo inmemoriales en tierras americanas, también
desarrollaban ciertos tipos de registros contables con el consabido propósito
de reflejar adecuadamente sus operaciones comerciales. Entre estas
civilizaciones americanas destacan y sorprende la desarrollada por los Incas, a
quienes se atribuye (dudas residuales de por medio) la creación del complejo
instrumento para el manejo contable conocido como quipu,
mediante el cual se
podía registrar una variedad de tipos de información, sobresaliendo entre ellas
transacciones comerciales y las relativas a la información demográfica y
militar. También por aquella misma época, en Europa aparecen los principales
autores de obras dedicadas a la actividad contable y de las cuales existe
constancia escrita total o parcial. Gracias a la escritura –creación cuya
paternidad se asigna a la Contabilidad– aparecen textos dedicados a la
actividad contable, de autores cuyos nombres han permanecido hasta nuestros
días como Fray Luca Pacioli, Benedetto Contrugli, Heinrich Schreiber, Gaspar De
Texeda, entre muchos otros. Sin lugar a dudas es Luca Pacioli quien ha
sobresalido de entre ellos, hasta el extremo de continuar siendo reconocido
como el Padre de la Contabilidad , pese a que en realidad su gran y mayor
mérito fue sistematizar el conocimiento contable existente desde siglos, no su
creación. Todos los señalados autores de textos dedicados a la Contabilidad
mejoraron las técnicas existentes o plasmaron nuevas formas de registros y
teneduría de libros, haciendo una inapreciable contribución al desarrollo de la
Contabilidad como ciencia y como instrumento práctico para el avance de los
negocios. Es así, en sus respectivas épocas y lugares, que se reconoce y
difunde la enunciación y uso del principio contable denominado como “partida
doble ”, el cual hasta nuestros días sigue siendo la base de los registros en
las organizaciones que utilizan la contabilidad.
El impulso combinado del
crecimiento empresarial y el resultado de las investigaciones de los estudiosos
de la Contabilidad derivaron en la aparición y difusión de diferentes doctrinas
y escuelas dedicadas a la enseñanza de la práctica contable, como por ejemplo,
la escuela italiana, la escuela francesa, y la doctrina alemana. La Edad
Contemporánea puede caracterizarse, en cuanto a la Contabilidad se refiere,
como una era de avance constante de la ciencia y la práctica contable, ya que
éstas adquieren cada vez mayor importancia en el creciente, extenso y complejo
mundo de los negocios, el que desemboca y condensa ahora en un contexto
globalizado y prácticamente único.
La globalización, en una de sus
tradicionalmente menos difundidas facetas, aparte de las connotaciones
negativas que ha aportado en el terreno de la cuestión social, ha traído
también consecuencias negativas en lo que es la profesión de contador, por la
obvia razón que la globalización difunde por igual los beneficios que ella ha
aportado a la Humanidad, como los serios daños inherentes a un pensamiento neo–
liberal que sólo reconoce el lucro como fin de la actividad empresarial.
Uno de
estos fenómenos negativos, esparcidos planetariamente por la globalización y
que ensombreció a los contadores de todo el mundo, fue el gran escándalo
gerencial y contable conocido como “ el caso Enron ”, cuyos ribetes son más que
conocidos por casi toda persona, ya sea que esté o no conectada con los
negocios o la profesión contable, dada la magnitud del fraude que implicó, sus
repercusiones mundiales y el tipo de empresa que lo cometió Sin embargo, y por
la misma razón que la globalización ha sido el elemento impulsor de muchos
males, sus falencias han sido también impulsoras de nuevos mecanismos de
defensa, como es, justamente, el nacimiento de renovadas normas contables para
la uniformidad de la información financiera en los diferentes países, las
cuales traerán grandes cambios en el control de las actividades empresarial,
vía las prácticas contables. Las deficiencias de la contabilidad que
posibilitaron la existencia del caso Enron y otros grandes fraudes y delitos,
fueron el motor que propulsó la decisión de recomendar el uso, a nivel mundial,
de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF– IFRS).
Las exigencias del entorno, ya no
sólo de los negocios, sino las provenientes de otras disciplinas que demandan
de la Contabilidad algunos de sus productos, están siendo traducidas en nuevos
planes y programas de estudios de las diversas entidades de formación
especializada. El énfasis de formación incorpora como requisitos obvios la
fortaleza en los diversos campos que son propios de la Contabilidad, enfatiza
la solidez ética que debe caracterizar al profesional y, en el nivel
universitario, exige a los educandos adquirir serias competencias en
investigación, de modo que el profesional, siempre en el marco de la normativa
contable existente, pueda encontrar soluciones nuevas ante situaciones
inéditas. Bajo este escenario, es dable esperar que la Contabilidad tenga aún
una proyección futura tan amplia como la que muestra su pasado.
Historia de la contabilidad por
Ramos Arriagada, Ramón, Becerra Espinoza, Patricio.